Tomás Morales
Al ver a los Diablos Rojos ser apaleado en su casa por el Águila de Veracruz uno llega a preguntarse qué tan culpable es el mánager Migue Ojeda ante el nuevo resbalón que ha dejado mal colocado al equipo capitalino en sus aspiraciones de playoff. Tal parece que el mánager no puede hacer ganar a este club tricolor que al ser aplastado 10-2 por el Águila de Veracruz y con el estelar Arturo López en la lomita uno se pregunta si el equipo es tan malo como lució en el terreno durante la despiadada paliza. Tláloc fue piadoso sin embargo con los Diablos al enviar otro gran chubasco sobre la capital y salvar al Diablos de la posibilidad de otra derrota en el segundo juego que fue cancelado por la lluvia.
Cuando le preguntamos a Roberto Mansur sobre Miguel Ojeda el famoso directivo defendió a su timonel comentando que el equipo ha tenido a muchos jugadores lesionados a a través de la campaña y ello los ha perjudicado mucho. Sin embargo al verlos caer sin oportunidad ante Veracruz el jueves uno se pregunta que algo más que las lesiones ha sucedido con este Diablos en que sus tres brazos zurdos estelares solamente han podido darle nueve victorias al equipo a lo largo de la última temporada normal en la historia de la Liga Mexicana. Alguien tiene que ser el responsable en el desplome del equipo escarlata que incluye a varios buenos jugadores nacionales pero que no puede carburar y ahora se acaba de meter en otro laberinto al perder tres de sus últimos cuatro partidos para lucir como un equipo sin brújula. Las esperanzas matemáticas de calificar se van evaporando al paso de las series y el Águila dejó al Diablos en su peor momento de la temporada.
Creo que nadie pensaba que un Águila de Veracruz iba a llegar al Parque «Fray Nano» para inundar con cuadrangulares al equipo de casa que de cualquier manera tuvo la fortuna de salir a mano en una serie que duró dos juegos.
Como al final de la inolvidable película «Casablanca» en que el al perder el galán a su gran amor le dice aquella frase inolvidable de que «siempre nos quedará París para recordar nuestro gran romance», así los aficionados de la capital vamos a tener que pensar en el nuevo estadio que abrirá sus puertas el año que viene, Dios mediante, y con muchas ilusiones y expectativas para el equipo escarlata. Como lo dijo tan bien Humphrey Bogart en un final épico de la película, «Siempre nos quedará el recuerdo de París».